Cómo dejar atrás un suspenso inesperado durante la oposición

O cómo salir del pozo

Hace unos días, recibí un correo de una opositora que me hablaba de que suspender el test de Judicatura de octubre de 2017 había sido un palo tan gordo que no conseguía remontar. Sus capacidades estaban intactas, pero su cabeza estaba atrapada en el trauma del suspenso inesperado. Y se estaba empezando a desesperar porque sentía que se le acababa el tiempo para prepararse el test de Letrados – y aunque no tuviera el test cerca, la oposición es una competición tan dura que perder cualquier tiempo, incluso con el examen aún lejos, es grave.

Aquello me dejó reflexionando, porque no era la primera persona que me hablaba de este problema, y es que con el tapón de opositores, no sólo la nota de corte del test fue muy alta, sino que opositores que llevan 4 o más años empiezan a resentirse psicológicamente y a no superar tan grácilmente los fracasos como al principio, principalmente porque esperan el aprobado porque han aprobado antes esa prueba y se sienten muy preparados.

Y como se trata de un problema que afecta más que a L, la opositora que me mandó el correo, decidí contestar en público, por partida doble, razón por la cual esta versión en texto tiene un vídeo compañero de Youtube que puedes ver aquí, o, si lo prefieres, puedes seguir leyendo la versión blog – o ambas.

Por suerte o por desgracia – yo soy un tipo bastante optimista y, la verdad, creo que es por suerte – me he visto obligado a desarrollar una cierta habilidad a la hora de afrontar los fracasos con gracia. Y es que los fracasos pueden destruirte o pueden alimentarte, pueden catalizar el estrés post traumático o el crecimiento post traumático. Pueden hundirte en la oscuridad o ser la motivación que te lleva a empujar aún más fuerte, a descubrir nuevas formas de pensar y actuar y convertirse en el combustible que te impulsa a ascender.

Es en esta confrontación habitual con el fracaso donde he aprendido las siguientes tácticas:

Desapégate mentalmente del problema:

Con esto quiero decir que dejes de pensar en ello – lo cual es mucho más fácil de decir que de hacer. Para lograrlo hay muchos mecanismos pero yo personalmente recomiendo:

Dormir: está demostrado que tras dormir se tiende a reducir la carga emocional de un suceso que nos molestaba antes del sueño y supongo que es la razón por la que cuando estamos tristes tendemos a querer dormir.

Ocupar la mente con otra cosa: Desde videojuegos violentos a hacer deporte. Encuentra una válvula de escape que te deje soltar la presión para liberarte y poder seguir adelante. Por cierto, hacer deporte tiene efectos positivos adicionales, por las sustancias que el cuerpo emite, osea que es una gran vía de escape.

Meditar: Sé que suena muy «flowerpower», pero meditar en esencia es entrenar la mente para volver a prestar atención a lo que tú quieres cada vez que te distraes. Recomiendo meditaciones basadas en los sentidos y aumentar la consciencia del cuerpo y el entorno y no en mantras, para mi esto segundo no vale de mucho. Lo que va a pasar es que te vas a distraer un montón de veces y cada vez que te distraigas, vas a practicar cómo centrar tu mente en lo que tú quieres y no en lo que sea que te distrae. Con la práctica, se mejora la concentración.

A mi estas técnica me suelen ayudar mucho, pero también es cierto que yo olvido (casi) todo. Para el caso de que no funcione, lo que hago es:

Definir claramente el problema, sus consecuencias y los sentimientos en papel:

La claridad es poder. La primera vez que escuché esta máxima no entendí el enorme alcance que tiene.

Para practicar la claridad mental, lo que se hace es algo así como coger un papel y usarlo para depositar todo el problema y sacarlo de tu cabeza. Muy importante, definir claramente el problema y sus consecuencias como son, y no sobredimensionarlos. Hechos, no pesadillas. Digamos que «he suspendido y temo volver a suspender» es válido, «he suspendido y voy a volver a suspender y mi vida será un fracaso», no. Aprender a definir los pensamientos con claridad te ayuda a pensar con claridad y es muy útil en general. Mejores preguntas y diálogos internos es mejor calidad de vida. Y hacerlo en papel te permite releer y descubrir los «bugs» de tu proceso de pensamiento.

Y es que, realmente, el proceso de pensar no es más que un diálogo interno, y la calidad de ese diálogo determina tus emociones y reacciones a los sucesos, tu capacidad para superar los problemas y tu nivel de felicidad. Te prometo que si, frente a un problema tu diálogo interno cambia de «¿Por qué me pasan cosas horribles a mi?» a «¿Cómo puedo convertir esto en una oportunidad?» las respuestas que encontrarás serán muy diferentes, porque el proceso de razonamiento interno está hecho para encontrar respuestas a las preguntas que le planteamos, no para encontrar de forma natural la verdad o el enfoque más útil.

Por cierto, es especialmente importante tratar de validar tus sentimientos o revocarlos, mediante hechos. Si los validas, lo peor que puede pasar es que por fin hayas definido con claridad el problema. Una vez definido, ya está el trabajo hecho y procura no pensar más en ello, salvo para encontrar cómo convertir el problema en reto.

Con eso llegamos al último punto.

Considera el problema como un reto:

La realidad es que todo el mundo puede ser fenomenal cuando las cosas van bien, es la respuesta cuando las cosas van mal lo que te define como persona. Trata de reflexionar sobre la clase de valores que manifiestas en función de cómo reaccionas a los problemas. No puedes controlar los sucesos, puedes controlar tu reacción a ellos y eso es lo que define quien eres.

La pregunta es, quién quieres ser. ¿Quieres ser la persona que nunca comete errores, nunca falla y es muy inteligente? Suerte tratando de ser perfecto, porque los humanos no lo somos. ¿O prefieres ser la clase de persona que comete errores, los supera con gracia, siempre aprende y siempre mejora?

Puedo aseguraros lo siguiente: Saltar de una mentalidad fija, en la que te defines por un rasgo que no depende de ti íntegramente, como si te defines por no fallar nunca, a otra mentalidad de crecimiento, donde tu concepto de ti lo construyes en torno a cualidades que dependen de tus decisiones, como «supero los fallos y, frente a ellos, mejoro», es increíblemente importante. Porque el concepto que tienes de ti mismo acaba definiendo cómo actúas, qué te deja mentalmente desestabilizado y cómo superas los baches, por no hablar de que el ego llega a puntos increíbles para protegerse, con mecanismos de defensa totalmente enfermizos y destructivos, hasta el punto del autosabotaje.

Espero que pronto descubras que el obstáculo es el camino. Y si quieres leer otra entrada relacionada, hablando de las duras lecciones de la oposición, puedes acceder a ella aquí: Lo que la oposición enseña en secreto.

Fotografía original por: Simone Acquaroli