Cómo comenzar a opositar: pasos para construir un hábito de estudio consistente
Un problema habitual al que se enfrenta el nuevo opositor es no conseguir soportar las horas de esfuerzo de concentración necesarias para avanzar con el programa de estudio. En el anterior artículo hablamos del agotamiento del ego y cómo reducir el número de decisiones para reservar la energía. Una vez limitados los factores de agotamiento externos, el siguiente paso consiste en consolidar un hábito de estudio para que la tarea mental, en sí misma, te resulte menos agotadora. De este modo podrás crear una rutina de estudio como opositor.
Cómo desarrollar la rutina de estudio para opositar con éxito
Para ello, en este artículo vamos a abordar cómo construir, paso a paso, la rutina de estudio que todo opositor necesita para lograr su plaza.
En mi experiencia, y por lo que he visto, hay dos maneras de afrontar la adaptación a la oposición: todo por el todo y los minihábitos. El primer caso supone tratar de estudiar a máximo nivel desde el primer día y el segundo, mejorar consistentemente y paulatinamente, buscando fijar metas diarias que sean exigentes pero asequibles.
Aunque hay muchos casos de éxito de la mentalidad “todo o nada”, estos tienen un sesgo de supervivencia importante: también hay muchos casos de fracaso bajo este método y que quedan ocultos “bajo el brillo de los éxitos”. Diría que la mayoría de personas que nunca logran adaptarse a la oposición se exigen demasiado al inicio y dejan poco margen de mejora a largo plazo en cuanto a exigencia de estudio se refiere. El método del crecimiento paulatino puede ser menos vistoso, pero es más seguro y psicológicamente menos volátil. Yo apoyo el desarrollo de minihábitos y en este artículo trato de abordar cómo utilizarlos para crear una rutina de esfuerzo opositor continuada en el tiempo.
Dos ejemplos de rutinas de esfuerzo sostenidas con éxito a través de minihábitos son las desarrolladas por B.J. Fogg –científico estudioso del comportamiento– y el autor James Clear. Ambos señalan que el poder de la rutina es más importante que la fuerza de voluntad y la motivación.
La explicación se hallaría en que las actividades que componen nuestra rutina no se ejecutan a partir de un pensamiento complejo, sino de manera semiautomática. De esta forma se evitan las tentaciones o distracciones que obstaculizarían su realización, incluso antes de que dichos impulsos contrarios se presenten.
Si lo piensas un poco, esta teoría tiene sentido: si nos fijamos en los hábitos más comunes —como desayunar o desbloquear el móvil y mirarlo cuando vibra—, los ejecutamos todos los días y casi sin darnos cuenta: vamos “con el piloto automático”. Sobre todo, no tomamos una decisión consciente a partir de la valoración de pros y contras. De hecho, lo difícil es dejar de ejecutar la tarea a la que estamos acostumbrados. Y eso se replica con todo lo que pasa dentro de nuestra rutina.
Entonces, ¿cómo se aplica esto a tu plan de estudio para oposiciones a Judicatura y Fiscalía o Letrados de la Administración de Justicia? Justamente esta podría ser la clave para que dejes de esquivar los temas de Derecho Constitucional que debes arrastrar (😉): convertir el repaso en un hábito.
Hacerlo puede sonar difícil para ti que, aun con disponibilidad de tiempo, no logras concentrarte. Por suerte, no necesitas muchas horas seguidas frente a un libro de texto para desarrollar el hábito de estudio de un modo efectivo. Por el contrario, darte un atracón podría ser contraproducente para el sostén a largo plazo de tu programa —es el equivalente a tratar de hacer ejercicio más allá del punto de agotamiento: resulta mejor descansar algo y seguir después—. En su lugar, bastaría con pequeños períodos de tiempo encajados y concatenados dentro de tu rutina diaria para crear el hábito de estudio.
De esta manera, cuando estás construyendo el hábito y sufres el máximo nivel de resistencia a estudiar, no es útil sentarse pensando en leer todo el Código Penal —ni siquiera un título completo—, sino que basta con plantearse que, en este corto bloque de estudio, vas a estudiar a fondo solo de uno a cinco artículos, según su dificultad y longitud. ¡Plantearlo así es mucho menos abrumador! Por eso es importante empezar con pequeñas metas diarias, porque es más difícil negarte a hacer lo necesario para alcanzarlas.
Es la suma constante de estas pequeñas metas la que te llevará a cumplir el objetivo mayor (el estudio del Código Penal entero, en nuestro ejemplo).
Cómo empezar a establecer hábitos de estudio que te lleven a triunfar en la oposición
Para empezar a establecer una rutina, debes estudiar lo que Fogg y Clear llaman “desencadenantes”, es decir, señales que te indiquen que es hora de hacer aquello que deseas convertir en hábito. Por ejemplo, para lavarse los dientes una señal sería el despertarse; para beber agua, la sequedad en la boca; para comprar un dulce por capricho, pasar por tu pastelería favorita a la hora de comer, y así. Es decir, anclar la nueva actividad a una señal que ya existe. Esta señal puede ser una conducta inmediata, una sensación —sed o hambre—, una hora, un entorno o una combinación de varias.
De este modo, lo ideal es ubicar los bloques de estudio dentro de tu rutina enlazándolos a un desencadenante que sea estable. Podrías establecer tu primer bloque de la mañana inmediatamente después de desayunar y el primer bloque de la tarde después de hacer deporte o dormir la siesta. Si eres un poco noctámbulo, podrías incorporar un bloque de estudio al finalizar la cena. Si trabajas, podrías hacerlo al llegar del trabajo, o, incluso, al subir al transporte público. Buscar lo que se adecúe más a ti, de modo que comiences a establecer el hábito de estudio como una rutina automática que llevas a cabo siempre después de algo que haces diariamente.
Al principio, probablemente deberás usar tu fuerza de voluntad para mantener el nuevo hábito —sobre todo cuando la motivación inicial disminuya—. Aquí deberás recordar que, según sostienen las investigaciones del psicólogo Mark Muraven, el autocontrol es como un músculo que, al ejercitarse de forma continua, se hace más fuerte.
Además, para mantener esta nueva actividad diaria, también servirá tener una motivación superior, que brindará una reserva extra de autoexigencia, superando el “agotamiento del ego”. Me refiero a tener presente tanto la meta diaria como el objetivo último de por qué dicha meta es relevante. Es decir, procura tener claro tanto el hito diario —4 bloques de 2 horas de estudio, por ejemplo— como la meta semanal —llevar la tarea cumplida al preparador— así como la misión o causa final —lograr la plaza para hacer el mundo una pizca más justo—.
Si consigues perseverar en la disciplina, pasado un tiempo ya no tendrás que usar la fuerza de voluntad en el día a día. Dicen que la necesidad de coherencia es una de las fuerzas más poderosas en el interior del ser humano. En cierto modo, tu cerebro almacenará el deseo de no romper la cadena de tu día a día, sobre todo si para ti esa cadena supone una manifestación de tu identidad, de quién eres. Cada día, la disciplina será más fácil de mantener. Hasta que experimentes la paz que supone no tener que guerrear contigo mismo para hacer lo que quieres, según la escala de valores que has definido tú mismo. Como dice Jocko Willink: disciplina = libertad.
Para establecer un hábito de estudio consistente hace falta persistencia y paciencia
Ten en cuenta que algunos autores señalan que el período de establecimiento de un nuevo hábito puede tardar entre 30 y 66 días, a veces incluso más. Aunque esto depende de cada persona y de sus circunstancias particulares, de la carga emotiva del hábito, de la consistencia en su ejecución, etc.
En definitiva, debes centrarte en mantener la nueva capa de hábito que estás construyendo: mejorar cada mes tu rutina, ampliando el número de horas o la intensidad, sin tratar de sobrecargar tanto como para tener que dar un paso atrás.
Piensa que, si al principio eres capaz de estudiar tres horas, lo esencial es que asientes ese hábito. Es mejor que estudies esas tres horas cada día a que mañana esprintes y estudies seis, y al día siguiente dos, y al siguiente cinco y al siguiente otra vez dos. La irregularidad es un grave enemigo de la consistencia, porque no permite asentar reglas claras, de modo que cada día hay una enconada discusión en tu interior entre tu lado luminoso y tu lado oscuro por determinar quién manda.
Recuerda, ahora mismo lo que quieres es crear un enlace señal-rutina que sea muy estable.
La relevancia de las gratificaciones para mantener la motivación en el estudio
Según Fogg y Clear, para convertir el estudio y el repaso en hábitos no solo debes buscar un desencadenante, también debes encontrar una manera de gratificarte a ti mismo cada vez que lo cumplas con éxito. Este premio provocará una liberación de dopamina en tu cerebro, generando un condicionante motivacional para la ejecución de la actividad en cuestión.
Esto no significa que por cada tema del Derecho que leas debes darte un regalo maravilloso, más bien refiere a una pequeña e inmediata recompensa que esté relacionada a lo que haces. Podría ser algo tan simple como poner un check en una tabla de tareas por cumplir —como la que te mostré en mi artículo de sistemas de estudio para oposiciones— permitiéndote ver cuánto has avanzado. A mí me satisface tanto esto que llego a puntos objetivamente ridículos: si en mi lista de tareas para hoy se me olvida anotar alguna tarea y la hago, inmediatamente la escribo en mi cuaderno y la marco como hecha, para poder llevarme “la recompensa” de haber cumplido.
Lo más importante es la inmediatez del premio, no su tamaño. Debe ser lo más inmediato —y automático— a la realización de la conducta a consolidar como resulte posible.
Por otro lado, ten en cuenta que, al igual que las gratificaciones funcionan excepcionalmente, las penalizaciones no son tan sencillas de utilizar. No se puede evitar fallar en el cumplimiento de la rutina, sobre todo cuando se empieza a formar un hábito. En estas ocasiones, es fácil desmotivarse o decir “qué más da” y dejar poco a poco de esforzarse. Se podría pensar que un castigo podría motivar a no volver a fallar. No siempre es así. Aunque la previsión del castigo impulsa que actúes, una vez no has actuado, el castigo en sí no refuerza, generalmente, una conducta positiva. Al contrario, las conductas de “flagelamiento” suelen ser contraproducentes. Se tiende a generar una vinculación negativa emocional con la tarea y se puede caer en la dejadez o el resentimiento para con la oposición.
No te flageles, en lugar de eso, lo mejor es aceptar que las personas somos falibles y pese a todo podemos lograr alcanzar lo que deseamos. Una opción viable para afrontar estos momentos es analizar por qué se está fallando, anotarlo y crear un plan de contingencia para evitar la repetición del error. No hay nada que reprender, solo hay que intentar mejorar un poco para la próxima vez.
NOTA: Sin embargo, “los castigos” pueden funcionar muy bien cuando no se perciben como una manifestación de la falibilidad sino como una especie de “consecuencia gamificada”. Por eso, apostarse algo con compañeros o competir a largo plazo contra otros puede ser una buena fuente de motivación, si bien esto depende del carácter de cada uno. En cualquier caso, tiene que ser un castigo afrontado con una postura entre estoica y divertida —como una vez que me comí una cebolla cruda por no cumplir un objetivo autoimpuesto para la diversión de mis colegas—. Sin embargo, si el mismo castigo se afronta como un acto de represión, no funcionará.
Hacer crecer los minihábitos hasta que sean rutinas espartanas
Una vez que los pequeños hábitos están establecidos, hacerlos crecer es mucho más fácil. A veces, es posible que el crecimiento te venga impuesto desde fuera —como cuando la fecha del examen se acerca y te sientes presionado—. Pero incluso cuando no es así, también se puede aplicar un incremento gradual, tal como dice James Clear: con 1 % de crecimiento sostenido puedes mejorar sorprendentemente rápido y psicológicamente es menos duro que los maratonianos sprints a los que a veces nos sometemos los opositores.
Volviendo al ejemplo del Código Penal, cuando ya te has acostumbrado a memorizar dos artículos literales diarios como primera tarea del día, puedes empezar a incrementar la cantidad de texto a repasar: dos nuevos artículos y el repaso de los dos anteriores. Y cuando te hayas acostumbrado a esa cantidad, ya puedes revisar cuatro, y sucesivamente cada vez más.
En el momento en el que la cantidad de material de estudio ya sea considerablemente grande, puede que empiece a parecerte difícil seguir con este nuevo hábito. Para evitarlo, puedes partir tu rutina en dos o más partes pequeñas que te permitan continuar sin sentirte abrumado y, más importante, sin abandonarla. Por ejemplo, si ya tienes veinte artículos por repasar cada mañana y se te hace cuesta arriba, puedes leer y cantar diez después del desayuno y otros diez después de hacer una pausa para una rutina de estiramientos de cinco minutos.
Conclusiones prácticas para opositores
Paso a paso para crear un hábito de estudio:
Construir un hábito de estudio hará que te agotes menos durante las largas jornadas de trabajo. Para lograr un hábito consolidado:
- Escoge un desencadenante al que vincular la acción de comenzar a estudiar. Por ejemplo: tras desayunar. O tras acabarse la cuenta atrás de 10 minutos que te pones en el cronómetro a las 10 de la mañana para hacer un descanso breve.
- Establece un objetivo que esté por debajo de tu capacidad máxima actual. La intención debe ser que nunca —o casi nunca— falles, para consolidar la rutina. De momento, apunta a la consolidación y a la consistencia, y no a la perfección. Por ejemplo, 25 minutos después de desayunar, sin levantarse de la silla salvo fuerza mayor. Distribuye el resto del estudio en bloques cortos con los descansos que te permitan acertar un 80% o más de las veces.
- Observa que fallas mucho más de lo que esperabas. Puede que el primer minibloque lo hagas sin interrupción el 80% de las veces, pero resulta que cuando avanza la mañana no consigues mantener la concentración sino el 50% de las veces. No hay problema.
Pon un bloc de notas a tu lado y apunta qué te distrae para tratar de mejorar tu rutina de estudio y tus condiciones internas y externas. Descubrirás que a determinadas horas te distraen cuestiones que se pueden prevenir e irás mejorando.
- Introduce algún tipo de recompensa tras un bloque o número de bloques determinado.
La recompensa no debe ser disruptiva, salvo que sea al final del día. Por ejemplo, no veas series de suspense que te dejen con la intriga en cada capítulo, aunque lleves 4 bloques fenomenales esa mañana, porque es muy probable que hundan tu rendimiento posterior durante todo el día. Igualmente puede suceder con las redes sociales, tu Whatsapp, etc.
Busca algo que te permita desconectar y evadirte, pero que no te dificulte volver a la concentración.
Elementos clave para que el hábito de estudio persista y mejore
- Concéntrate en el proceso y no en los resultados. Si mejoras el proceso, aquellos también lo harán. Apunta a mejorar tu rutina con consistencia y gradualmente. Cuando logres más del 80-90% de los objetivos de concentración de manera continuada, prueba a aumentar el número de bloques o su duración y observa qué sucede.
- No te flageles si tienes un mal día o si no logras los objetivos. Tómatelo con espíritu científico: has hecho un experimento y ha fallado, ¿qué conclusiones útiles puedes extraer?
De otro lado, trátate como harías con otro opositor del que estuvieras encargado. Desapégate un poco de ti mismo y obsérvate desde arriba. De este modo, podrás ver las cosas más fríamente y con más cariño hacia ti mismo que arrastrado por la irritación que produce fracasar en el estudio diario. Si otro opositor tuviera un mal día, ¿le juzgarías y le criticarías? Procura no hacerlo contigo, entonces, porque es natural y todos caemos en ello, pero no es beneficioso y hay que cortar ese hábito antes de que te consuma.
- Mide el progreso. Apunta en algún lugar cómo evoluciona tu rutina de estudio. A largo plazo esto te permitirá medir la mejora y, sobre todo, te permitirá valorar lo mucho que has mejorado cuando tengas un día malo. Cuando llevas 3-5 años de oposición habrás olvidado lo mal que estudiabas los primeros meses. No está de más recordarlo para poner todo en perspectiva.
Convertir tu rutina de estudio en un hábito consistente no sólo reducirá el esfuerzo y aumentará tu eficiencia, también te dará una fuente de estabilidad psicológica que es muy necesaria para el opositor, que vive en la eterna incertidumbre de si se convocarán plazas, cuántas, si le tocará al final o al principio de los exámenes orales, etcétera.
Si estás comenzando a estudiar, te invito a trabajar en tu consistencia y a contar tus progresos y consejos en los comentarios de este artículo, para ayudar con ello a otros compañeros.
Y ahora, ¡a por ello!
Corrección ortotipográfica y de estilo cortesía de Belén Ripoll Salas:
Un día decidí dejar de opositar a Justicia y empezar a buscar cómo dar algo de valor a los demás. Desde entonces he publicado una treintena de manuales para oposiciones y he descubierto que ayudar a los demás a lograr sus objetivos me encanta. Firme defensor de tres principales ideas: del optimismo de combate, del aprendizaje de por vida y de la reciprocidad+1.
Jorge
octubre 13, 2020 @ 4:04 pm
Hola Alberto, muchísimas gracias por tu blog, estoy preparando oposiciones a Hacienda, aunque llevo tiempo se puede decir que empecé «en serio» a raíz del confinamiento a mediados de marzo. Tus concejos no sólo son lógicos sino que responden a algo que es muy importante; el concepto de «experiencia madura» es decir que vienen de una experiencia vivida, estudiada, analizada y corregida con lo que tienen mucho más valor. Lo dicho: Gracias! y te sigo leyendo.
Alberto López Cazalilla
octubre 17, 2020 @ 6:24 am
Muchísimas gracias, Jorge. ¡Me alegro de que el blog te esté siendo de ayuda!
Pedro
diciembre 29, 2020 @ 10:44 pm
Hola y cómo conseguirlo para gente que de lunes a jueves solo tenemos dos horas desurdíos y viernes toda la tarde y sábado completo no sé cómo hacerlo gracias
Alberto López Cazalilla
diciembre 31, 2020 @ 9:16 am
Hola, Pedro:
Pues es lo mismo, pero con más dificultad. Tendrías que revisar todos tus hábitos para ver de dónde puedes eliminar acciones para sacar tiempo. Por ejemplo, yo estudiaba en el metro y si conducía me ponía grabaciones (y si limpiaba, cocinaba, etc.). Te ayudará eliminar o limitar el uso del móvil, porque con él se consume muchísimo tiempo y, sobre todo, mucha banda ancha mental.
En las horas que tienes disponibles, tienes que generar el hábito de ponerte sin dudar y sin perder ni medio segundo. Si te ayuda fingir que hay un contador hacia atrás 3,2,1… pues hazlo. A mí me ayuda a vencer la pereza de ponerme, por tonto que suene. Si tardo más de 3 segundos en vencer la resistencia, tiendo a acabar perdiendo 10 o 20 minutos haciendo cosas inútiles para no ponerme a ello.
¡Ánimo!